Las bombas de agua son el corazón de cualquier depuradora de piscina, y como tal, su correcto funcionamiento es crucial para mantener el agua cristalina. Sin embargo, no están exentas de problemas. Uno de los fallos más habituales es la pérdida de cebado, que se manifiesta cuando la bomba aspira aire en lugar de agua. Esto puede deberse a un nivel de agua bajo en la piscina, una fuga en la línea de succión o un sello mecánico defectuoso.
Otro problema frecuente es el ruido excesivo. Un zumbido, golpeteo o chirrido puede indicar varios inconvenientes: rodamientos desgastados, obstrucciones en el impulsor, cavitación (burbujas de aire que colapsan dentro de la bomba) o incluso un motor desequilibrado. Ignorar estos ruidos puede llevar a daños mayores y más costosos.
La disminución del caudal es una señal clara de que algo no anda bien. Las causas pueden ser un filtro de arena sucio, un skimmer o prefiltro obstruido con hojas y suciedad, o un impulsor parcialmente bloqueado. En casos más severos, podría tratarse de una tubería con incrustaciones o un tamaño de bomba inadecuado para el volumen de la piscina.
Las fugas de agua son un problema evidente y perjudicial. Suelen originarse en el sello mecánico, la unión entre la bomba y las tuberías (juntas tóricas desgastadas) o incluso una fisura en el cuerpo de la bomba debido a golpes o a la congelación en invierno. Estas fugas no solo desperdician agua, sino que pueden dañar el motor si el agua llega a él.
Finalmente, el sobrecalentamiento del motor es una preocupación seria. Puede ser provocado por una ventilación insuficiente, un motor que trabaja forzado debido a una alta resistencia en el circuito (filtros muy sucios, válvulas cerradas), un voltaje incorrecto o, nuevamente, rodamientos en mal estado. Un motor caliente es un precursor de fallas completas y requiere atención inmediata. La prevención y el mantenimiento regular son clave para prolongar la vida útil de estas vitales máquinas.